Mostrando entradas con la etiqueta Siglo XVIII. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Siglo XVIII. Mostrar todas las entradas
América española en el siglo XVIII. 2ª parte: El presentimiento de Carlos III
Por mis entradas no es ningún secreto que en lo que a los monarcas absolutistas en España, siento una gran predilección por Carlos III, por su astucia y ser un gran estratega. Aun siendo un rey absolutista, estaba muy influenciado por la Ilustración, una nueva forma de pensar que hizo que los reyes intentaran mejorar la forma de vida de sus súbditos con el fin de hacerse ellos mismos más poderosos.
Poco podía saber Carlos III sobre la mediocridad y malas gestiones que llevarían a cabo sus sucesores, que lapidaron el en tiempos mejores floreciente imperio español.
En una de sus reflexiones, dijo: "En aquellas regiones(las Indias), las milicias y cuerpos fijos, aunque útiles y aun necesarios para defender el país de invasiones enemigas, no lo son tanto para mantener el buen orden interno; pues como naturales nacidos y educados con máximas de oposición y envidia a los europeos, pueden tener alianzas y relaciones con los paisanos y castas, que inquieten o perturben la tranquilidad. Lo que debe tenerse muy a la vista, y mucho más cuando los jefes de aquellos cuerpos sean también naturales y aun de las castas de indios mestizos y demás de que se compone aquella población".
Y, como era propio de él, curándose en salud, añade: "Esta prudente desconfianza debe servir para que jamás se deje de tener tropa veterana española, en los puntos principales y que sean de más cuidado en Indias, con el fin de que contenga y apoye los cuerpos de fijos y milicias en los casos ocurrente, debe inclinar a nombrar y preferir para jefes y oficiales mayores y menores de aquellos cuerpos todos los europeos que se puedan hallar, y debe también obligar a que se mude y renueve la misma tropa española de tiempo en tiempo, no sólo con la que vaya a relevarla de Europa como se hace, sino pasándola con la frecuencia posible de unos territorios a otros, de unas razas de indios a otras, para cortar las relaciones, amistades y otras conexiones que destruyen la disciplina y favorecen la deserción allí más que en España".
España, según Carlos III; no tiene otras apetencias en América que la reconquista de Jamaica(en manos inglesas) y la limpieza de ingleses en los establecimientos de América Central: "La concesión hecha a Inglaterra, en el último tratado de 1783, por la convención para evacuar la costa de Mosquitos(actual Nicaragua y Honduras), deben observarse y cumplirse religiosamente por nuestra parte, mientras subsista paz y amistad. Pero en caso de rompimiento forzado y preciso debemos esforzarnos en sacudir ese yugo y arrojar de allí unos huéspedes ambiciosos e ingratos, de quienes no podemos esperar más que usurpaciones y turbulencias en nuestro territorio".
América española en el siglo XVIII. 1ª parte: La amenaza de Rusia.
Voy a empezar con una serie de entradas en las que me gustaría analizar y comentar la gran cantidad de acontecimientos, algunos más conocidos que otros, en América, vistos tanto desde la perspectiva española, o mejor dicho, desde la corona española, así como la perspectiva de los propios americanos y/o habitantes de América.
Carlos III no solo pretendía extender las fronteras del reino español, era consciente de lo delicado de la situación en América, por un lado las incipientes revoluciones y primeras muestras de intención de independencia y por el otro las otras potencias mundiales, siempre al acecho como es evidente de adquirir nuevos territorios.
Entre dichas potencias, Carlos III creía que la América española no sufría ningún peligro desde las pequeñas e inhóspitas posesiones de Holanda y Francia en las Guayanas, pero en cambio sí tomó precauciones frente al nuevo peligro de la expansión rusa en la costa pacífica de la América del Norte:
"Los rusos por la parte del Norte exigen nuestra vigilancia; porque desde el mar de Kamchatka han hecho y continuarán sus tentativas y descubrimientos en las costas de nuestra América, y más habiendo ya hallado el paso o estrecho que por aquellos parajes facilita la comunicación de sus dos hemisferios y continentes. Los viajes del capitán Cook han dado mucha luz a los rusos, y a pesar de las enormes distancias, hielos de aquellos mares y calidad de sus costas, no hay cosa que no pueda vencer una potencia que tiene disposición y proporciones para extender sus ideas ambiciosas. Así, pues, deben nuestros virreyes de Nueva España no descuidarse en las costas del mar del Sur, y repetir sus reconocimientos hacia el Norte, como se ha hecho, fijando y asegurando los puntos que se puedan, aficionando a los indios y arrojando cualesquiera huéspedes que se hallen establecidos."
En la época, España se sentía dueña de toda América, se pliega a la superior fuerza de Inglaterra en la costa oriental del Norte, pero trata de afianzarse en la oriental, de California hasta Alaska, frente al nuevo peligro de la extensión rusa. Y es que a uno y otro lado de la América del Norte, una España en el último destello de su propia expansión y de su misión universal, firmemente creída a fines del XVIII por la Corona, el gobierno, y toda la nación, se enfrenta nada menos que con Rusia por una costa y los Estados Unidos por otra, las superpotencias actuales.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)