En esta segunda parte de el oficio más antiguo del mundo voy a hablar de la prostitución en la antigua Grecia.
Un texto griego atribuido a Demóstenes dice: "Las hetarias sirven para proporcionarnos placer, las concubinas para nuestras necesidades cotidianas y las esposas para darnos hijos legítimos y cuidar la casa". Estas distinciones muestran la diferencia y la consideración con que eran tratadas las prostitutas en la antigua Grecia.
Una prostituta, llamada Metiké, utilizaba un reloj de agua para saber cuanto tiempo llevaba con sus clientes. Dicho reloj era llamado en la época "clepsidra", nombre que adoptó Metiké.
Las hetairas, bellas, inteligentes y cultivadas eran muy consideradas entre los griegos. En aquella época el éxito de una mujer pública o no, dependía no tanto de sus cualidades físicas como de su inteligencia, su talento y su modo de comportarse, ya que cosas como la ternura, el cariño, la comprensión(ya sea real o fingida), cautiva más a un hombre que la belleza corporal. La mayoría de las hetairas sabían leer y escribir. Alegraban los banquetes en los que las esposas de los griegos estaban excluidas.
Aspasia fue una prostituta que recibía en su casa a las altas esferas de la sociedad ateniense. Pericles renunció a su esposa y a sus hijos por esta mujer, y se cree que fue ella la instigadora de la guerra que Atenas declaró a Samos.
Otra hetaira fue Lais de Corinto, era tan célebre que Demóstenes viajó desde Atenas a su ciudad para conocerla. Sabiendo Lais que Demóstenes la deseaba le pidió una cantidad de dinero inconmesurable, a lo que Demóstenes le contestó: "No compro tan caro un arrepentimiento". Y con las mismas volvió a su casa.
La misma Lais declaró también en una ocasión, hablando de los filósofos: "¡Si supieseis lo que me piden y hacen estos sabios y filósofos cuando están a solas conmigo!".
También cayó enamorado de Lais el famoso escultor Mirón, el cual se presentó en su casa pidiendo sus favores y fue rechazado por Lais. Creyendo Mirón que le rechazó por su pelo canoso, se tintó el pelo y volvió a intentarlo, cuando la hetaira le vio le dijo: "¡Tonto! Tú pides una cosa que le he negado a tu padre".
Otra prostituta: Friné. Fue acusada de impiedad (el mismo delito por el que se sentenció a muerte a Sócrates). Su abogado como recurso la desnudó ante el tribunal(representación a la izquierda) y dijo:
"¿Creéis que una mujer tan bella puede cometer delito alguno?" Y de este modo los jueces absolvieron a Friné. Esta cortesana se enriqueció tanto que levantó una estatua de oro macizo a Júpiter con la inscripción: "Gracias a la intemperancia de los griegos".
Otra historia sobre Friné: En un banquete griego, habían varias prostitutas entre las que se encontraba Friné. Propusieron un juego muy habitual que consistía en que una de estas señoritas hiciera una cosa, y el resto tuvieran que hacer lo mismo. Cuando le llegó el turno a Friné mandó traer una palangana con agua a cada una de ellas y lavarse la cara en la palangana. Como Friné no usaba maquillaje siguió tan espléndida como siempre, cosa que no sucedió al resto de sus compañeras.
Si por algo ha sido famosa y recordada Friné fue por ser la amante y musa favorita del escultor Praxíteles. En una ocasión Praxíteles le dijo a Friné que le permitía coger la obra que más le gustara de su colección. Friné que no entendía de arte tramó una artimaña, una noche, en una cena, hizo que uno de sus sirvientes gritase que el taller de Praxíteles se estaba quemando, a lo que Praxíteles exclamó: "¡Ay, mi Cupido!. Así supo Friné cual era la mejor obra y esa misma escogió.
Un texto griego atribuido a Demóstenes dice: "Las hetarias sirven para proporcionarnos placer, las concubinas para nuestras necesidades cotidianas y las esposas para darnos hijos legítimos y cuidar la casa". Estas distinciones muestran la diferencia y la consideración con que eran tratadas las prostitutas en la antigua Grecia.
Una prostituta, llamada Metiké, utilizaba un reloj de agua para saber cuanto tiempo llevaba con sus clientes. Dicho reloj era llamado en la época "clepsidra", nombre que adoptó Metiké.